PROLOGO

LA REAPARICIÓN DEL CRISTO Y LOS MAESTROS DE SABIDURÍA

TARA PRESS 1980 / SHARE EDICIONES 1994


por Benjamin Creme
TARA PRESS, 1980

MUCHA GENTE me ha pedido que relate algo sobre los pasos que me han conducido al trabajo que desempeño actualmente. No será un relato completo: hay leyes no escritas de discreción sobre algunos aspectos de la relación entre Maestro y discípulo, y he prometido guardar silencio sobre cierto trabajo que hago para los Hombres del Espacio; pero por el interés que pueda tener, y con la esperanza de que pueda hacer más real y creíble el hecho de los Maestros y el hecho del retorno del Cristo a la cabeza de Ellos, pongo por escrito lo siguiente:

De niño, a los cuatro o cinco años, uno de mis pasatiempos preferidos era sentarme en la ventana y observar el viento; no el efecto del viento sobre los árboles y las hojas, sino el viento mismo. Miraba los movimientos del aire y trataba de adivinar si soplaba del norte, del sur, del este o del oeste. Cuando ingresé en la escuela aprendí que el aire era invisible, asimismo el viento, y olvidé, no sé si gradual o repentinamente, mi habilidad para ver lo que era, por supuesto, algún nivel de los planos etéricos de la materia.

Por encima del plano físico denso – sólido, líquido y gaseoso – existen cuatro planos materiales aún más sutiles que conforman la envoltura etérica de este planeta, de la cual los planos físicos densos son una precipitación. No fue sino hasta veinte años después, a través de la construcción y el uso del acumulador orgónico de Wilhelm Reich, que me percaté nuevamente de este océano de energía del cual nosotros mismos somos parte, y me demostró definitivamente la existencia de los planos etéricos.

A la edad de catorce años leí lo que fue para mí un libro extraordinario: Los Magos y Místicos del Tibet, de Alexandra David-Neel. Esta mujer polaca de incansable ánimo, determinación y recursos logró penetrar, disfrazada de Lama, las barreras prohibidas alrededor de ese misterioso país, logrando un permiso para residir allí y colocándose bajo la tutela de un verdadero Lama. Ella describe varias prácticas esotéricas, algunas de las cuales aprendió, incluyendo la creación por medio del pensamiento de un «familiar»; en su caso un monje gordo y jovial que muy pronto evadió su control y tuvo que ser desmaterializado. Estas prácticas exigían obviamente una concentración y un control mental considerables, mas yo alcancé algún éxito con algunas, incluyendo el Tumo, un sistema para crear calor interior en épocas de frío.

A finales de los años cuarenta, a través de un estudio de la obra de Wilhelm Reich y del empleo del acumulador orgónico, me hice consciente de las corrientes de energía a las cuales me volví extremadamente sensitivo; tanto así que finalmente podía determinar la explosión de una bomba atómica en el Pacífico o donde fuera. A través de miles de millas, registraba el cambio de las corrientes etéricas causadas por las explosiones. Inevitablemente, uno o dos días después, venía la información de que los Estados Unidos, Rusia o la Gran Bretaña había realizado una prueba nuclear de tal o cual potencia.

A principios de los años cincuenta encontré un libro de Rolf Alexander: El Poder de la Mente. El artículo de la revista que me había llamado la atención había él resaltaba, por supuesto, el aspecto más sensacional del libro – «la fragmentación de nubes», desgarrar las nubes a través del poder mental únicamente. Rolf Alexander, un canadiense, fue llamado al Tíbet y entrenado por un maestro tibetano de Yoga, y su libro describe una práctica para someter la mente instintiva, subconsciente, al control de la mente directiva consciente. Esta última a menudo se halla fragmentada y parcialmente sumergida en la actividad de computadora subconsciente de la anterior, y se pierde una gran parte de su energía disponible. El método empleado es auto-hipnosis. Liberar el principio directivo consciente de su involucración en la actividad de la mente subconsciente (que debe proceder en forma automática) libera grandes acumulaciones de energía mental y lleva directamente al enfoque y a la concentración que preceden a la meditación. Y así empecé a meditar.

También empecé a leer. Leí, entre muchos otros, los trabajos teosóficos de H.P. Blavatsky y de Leadbeater; Gurdjieff, Ouspensky y Nicoll; Paul Brunton, Patanjali; las enseñanzas del Agni Yoga y de Alice Bailey; los Swamis Vivekananda, Sivananda, Yogananda; Sri Ramana Maharshi, cuyo Camino de Auto-Conocimiento intenté seguir. A través de Su meditación sobre «¿Quién soy yo?» (y lo sé ahora, a través de la Gracia de mi Maestro) me sentí inmerso en un sentimiento de identidad con todo el mundo fenoménico: la tierra, el cielo, las casas y la gente; los árboles y los pájaros y las nubes eran mi proprio ser. Desaparecí como un ser aparte, mas retuve plena conciencia, una conciencia expandida para incluir todo. Vi que ésta era la verdadera Realidad, que nuestra conciencia normal simplemente la cubre, la mantiene escondida, a través de la errónea identificación de uno mismo con el cuerpo. También vi este mundo fenoménico como una especie de ritual, un juego de sombras ritualizado, representando un sueño o deseo de sólo Aquello que existe, que es Real, y que también era yo.

Alrededor de 1953 leí el libro de Desmond Leslie y George Adamski, Los Platillos Voladores han aterrizado, y Dentro de los Platillos Voladores, de Adamski, los cuales me causaron una profunda impresión y tuvieron, para mí, indicios de verdad. Hasta entonces, había considerado los informes sobre platillos voladores como referidos probablemente a nuevos tipos de aviones secretos construidos por los Estados Unidos y Rusia. Creo que mi reacción a estos libros se puede resumir así: los Hombres del Espacio obviamente están aquí; sería maravilloso conocerlos, pero si me necesitan estoy seguro que sabrán dónde encontrarme; mientras tanto, eso no me preocupa.

A mediados de 1957, empecé a trabajar con una sociedad involucrada con el fenómeno de los ovnis y que afirmaba tener contacto con los Hermanos del Espacio. Con este grupo di mi primera conferencia pública, pero aún más importante, descubrí mi capacidad para transmitir las energías cósmicas espirituales provenientes de los Hombres del Espacio, lo cual era una labor destacada del grupo. También descubrí que podía curar.

A finales de 1958 me retiré de esta sociedad y entré en contacto íntimo con los Hermanos del Espacio para trabajar con ellos. Lamento no poder revelar la naturaleza de este trabajo, pero muchos conceptos erróneos que sostenía acerca de ellos y de sus actividades se rectificaron en ese momento. Trabajé brevemente con George Adamski durante una visita que hizo a este país, y puedo constatar la autenticidad de sus contactos a través de mi propia experiencia.

¿Cómo empecé este trabajo? A finales de 1958, me dijo un condiscípulo que tenía la «conexión», que yo estaba recibiendo «mensajes.» Esto me sorprendió y no sentía que fuera cierto. Se me dijo que los mensajes me «rebotaban», pero que si hacía determinada cosa, en el curso del tiempo recibiría los mensajes correctamente.

Debí de hacer lo correcto, porque una noche a principios de enero de 1959, tan claramente que no podía equivocarme, escuché interiormente las instrucciones: Ve a tal lugar (en Londres), a tal hora y en tal fecha (unas tres semanas más adelante). Esa noche, había gente esperándome allí para conocerme.

Ese fue el principio de una serie de mensajes que venían con creciente impulso. Algunos, aparentemente, no los captaba (se me indicaba después cuando eso ocurría). Y temí tanto no captarlos, que me daba a mí mismo instrucciones al respecto. Bajo esa impresión, fui varias veces a diversas citas, donde nada ocurría ni nadie llegó; pero gradualmente me asenté, me tranquilicé, los recibía bien, ya no los perdía.

Se me pidió que consiguiese una grabadora y recibí numerosos y extensos dictados de diversas clases. Algunos contenían consejo o instrucción espiritual. No se me reveló la identidad del Maestro (o Maestros) Quien así me hablaba, telepáticamente, y creo que era demasiado tímido para preguntar, aunque se me dijo que podía hacer preguntas. No fue hasta años después que me enteré de Su nombre y también de que me lo habría dicho si hubiese preguntado mucho antes.

Una noche, a principios de 1959, durante una transmisión, se me dijo que apagase la grabadora. Inmediatamente siguieron las palabras de Maitreya, el Cristo, Dirigente de nuestra Jerarquía planetaria, acerca de Su Reaparición. El dijo que yo tendría parte en el Plan. En esa época yo creía que el Instructor del Mundo vendría de algún planeta más avanzado, probablemente de Venus, y esta información de Maitreya causó un gran desconcierto en el campo de mis ideas. En una transmisión poco después de este acontecimiento, mi Maestro, refiriéndose a esta nueva información, añadió: «Se avecina el momento en que esperamos que actúes de acuerdo a esta nueva información.» Y en otra transmisión: «¡Afirma Su venida!»

No puedo afirmar que tomé a pecho estas exhortaciones y que por ello me he comprometido en este trabajo de preparación para el Cristo. Siguiendo instrucciones, guardé estas cintas durante diecisiete años y me temo que necesité un fuerte empujón por parte del Maestro para lanzarme a este trabajo.

A finales de 1972, cuando estaba un poco desalentado y cuando menos lo esperaba, Aquél que es Sabio y Perspicaz y a Quien tengo el privilegio de llamar Maestro, irrumpió súbita e inesperadamente. Se hizo cargo de mi instrucción y me sometió al más intenso período de liberación de espejismos e ilusiones, de entrenamiento y preparación. Durante meses trabajamos juntos, veinte horas al día, ahondando y fortaleciendo la conexión telepática hasta que fluyó en ambas direcciones con igual facilidad, requiriendo el mínimo de su Su atención y energía. El forjó en este período un instrumento a través del cual El podía trabajar y que podría responder a Su más mínima impresión (naturalmente, con mi completa cooperación y sin la menor infracción de mi libre albedrío). Todo lo que veo y oigo, El lo oye y ve. Cuando El lo desea, una mirada mía puede ser una mirada Suya; mi tacto, el Suyo. Así, con un mínimo desgaste de energía El tiene una ventana al mundo, un puesto avanzado de Su conciencia; El puede curar y enseñar. El mismo permanece, en pleno cuerpo físico, a miles de kilómetros de distancia. No quiero sugerir que soy Su única «ventana al mundo». No sé cuán raro es esto, pero estoy seguro que ésto no es algo único. Constituye una etapa definitiva en la relación entre Maestro y discípulo. El me ha pedido que no revele Su identidad de momento – ni siquiera a los miembros del grupo con el cual trabajo y a través del cual El trabaja. Su petición se debe a dos razones que conozco y respeto (habrá otras), pero puedo decir que El es uno de los Más Antiguos Miembros de la Jerarquía, un Maestro de Sabiduría, Cuyo nombre es bien conocido entre los esoteristas de Occidente. Su inspiración ha aumentado tremendamente el poder conceptual y la intensidad de mis pinturas.

Dos pequeños episodios, entre muchos – que ilustran la amorosa preocupación de los Grandes, Su vivo sentido del humor y la capacidad de emplear Sus poderes a larga distancia:

El primero ocurrió a principios de 1973, durante el período de la más intensa preparación y del más intenso entrenamiento. Yo había estado fumando pequeños cigarros durante algún tiempo y el Maestro frecuentemente me animaba a dejar de fumar estas «asquerosas hierbas», como El las llamaba. Su técnica para disuadirme era asignarme alguna meditación o ejercicio cada vez que yo iba a encender algún cigarro.

Un día, preparándome para asistir a una cita en algún lado, dejé la pequeña caja de cigarros en la esquina de mi cama mientras me cambiaba de ropa. Cuando estaba listo, la caja había literalmente desaparecido. Le pregunté al Maestro, por supuesto, si El había hecho algo con la caja. Afirmó una completa ignorancia y desinterés por las «asquerosas hierbas». Yo estaba seguro del sitio en que dejé la caja, y sin embargo busqué con diligencia sin resultado. «¿Está seguro de que usted no la escondió?» repetí. Juró Su inocencia: El tenía mejores cosas que hacer con Su tiempo y energía. Finalmente dije, «Bueno, compraré otra caja al salir.» Inmediatamente, allí estaba la caja en la esquina de la cama donde yo la había dejado.

El segundo episodio tiene que ver con un pájaro y ocurrió hace dos años y medio. Cada año, nos visitan un gran número de vencejos que revolotean cerca de nuestras ventanas todo el día y anidan bajo el alero del tejado.

Temprano una mañana calurosa de verano, uno de estos pájaros maravillosos tropezó, a través de una ventana abierta, contra una persiana cerrada. Cayó de golpe sobre una gran lata de barniz para suelos que se hallaba bajo la ventana, doblando la manilla y la tapa de la lata con su impacto. Yacía allí, palpitando, sus ojos mirando con fijeza y sus enormes alas torcidas, una sobre la lata y la otra colgando en el costado. El Maestro me pidió que mirase de cerca y cuidadosamente al pájaro y sentí Su energía fluyendo a través de mis ojos. Inmediatamente, el pájaro se relajó y cerró los ojos.

El Maestro me aseguró que no tenía huesos rotos, pero que estaba muy golpeado y asustado. Me pidió que abriese la parte inferior de la ventana y que bajase a desayunar. Media hora más tarde, volví para hallar que el pájaro había volado, curado y restablecido, al aire matinal.

Estos dos pequeños episodios pueden sorprender a aquellos estudiantes que recuerdan la declaración del Maestro Djwhal Khul, que a los Maestros no Les interesa ni Les concierne la vida personal de sus discípulos. Aunque estoy seguro que en general es cierto, estoy igualmente seguro de que hay excepciones a esta regla. Depende enteramente del tipo de relación que el Maestro quiere forjar, el grado de confianza que El busca crear, y la relación kármica entre El y su discípulo.

En marzo de 1974, El me dio una lista de catorce nombres de personas para invitarlas a una charla en mi casa sobre «la meditación y temas afines.» Todas las personas vinieron.

Hablé de la Jerarquía de Maestros, de la meditación, de su papel en producir un contacto con el alma. Siguiendo instrucciones, les propuse la siguiente oferta: les invité a tomar parte en un trabajo de grupo en el cual su meditación oculta procedería bajo la guía de un Maestro de la Sabiduría, a cambio de lo cual podrían actuar como transmisores de las energías jerárquicas, formando así un grupo puente entre la Jerarquía y los discípulos en el campo de acción.

El Maestro organizó una corta transmisión para mostrarles de qué se trataba. Doce de los catorce invitados estaban de acuerdo y dos de ellos sintieron que no estaban listos para este tipo de trabajo.

El grupo se formó en marzo de 1974 para canalizar las potencias espirituales. Al principio nos reuníamos dos veces por semana, por hora y media o dos horas. La cuestión de un nombre para el grupo surgió, pero la indicación del Maestro fue, y sigue siendo, que ningún nombre debe ser empleado; ninguna organización establecida; ningún cargo oficial creado; ninguna barrera erigida en torno a nosotros y a nuestras ideas; y mantener la máxima sinceridad.

Al mismo tiempo, el Maestro me dio el diseño para construir el instrumento transmisor-transformador que empleamos en este trabajo, y que también uso para curar. Tiene la forma de un tetraedro (o pirámide de base triangular), está basado en el principio de que ciertas formas tienen propiedades energéticas inherentes.

Un gran estudio se está desarrollando hoy día sobre la naturaleza y las propiedades energéticas de la pirámide. La Gran Pirámide de Giza es realmente un instrumento de la civilización atlante, basada en el poder de la forma. La meta del hombre atlante era perfeccionar el vehículo o cuerpo astral-emocional. Simplemente por tener la forma que tiene, la pirámide, cuando está alineada con los polos norte y sur, atrae energía de los planos llamados etérico y astral. Esta energía se transmitía en beneficio a la población de la gran ciudad que se halla sepultada bajo las arenas alrededor de la Pirámide y la Esfinge.

La meta de nuestra actual quinta raza raíz, la Aria (que no tiene nada que ver con la noción de Hitler del hombre ario), es perfeccionar el vehículo mental. Cuando está alineado de norte a sur, el Tetraedro automáticamente atrae y transmite energía de los planos mentales. En este principio se basa nuestro uso del instrumento. Sus materiales – cristal de cuarzo, imanes, discos y alambres de oro y plata – enfocan y dan potencia a todas las energías canalizadas a través de nosotros por la Jerarquía; su forma las transforma, reduciéndolas hasta los planos mentales inferiores, donde pueden ser absorbidas con mayor facilidad por muchas personas. Sin este trabajo de transformación, que el Tetraedro acentúa, las energías de la Jerarquía, fluyendo como lo hacen en general desde el nivel Búddhico (el nivel de la Intuición Espiritual), «rebotarían» en la mayoría de las personas y su efecto sería limitado. Por esta razón tiene necesidad la Jerarquía de grupos de transmisión, que utilicen alguna forma de meditación o de oración.

Siguiendo la instrucción del Maestro, también construí una Batería de Energía Espiritual que puede ser conectada al transmisor. Hasta ahora solamente la hemos empleado una vez, para demostrar, supongo, este principio.

Los miembros que componen el grupo han cambiado muchas veces, y permanecen sólo cuatro personas del grupo original. El número de personas ha aumentado y ha disminuido, pero parece siempre estabilizarse alrededor de doce miembros plenamente activos, con participantes menos activos o regulares, y muchas ramas aquí y en el extranjero. Hoy en día nos reunimos regularmente tres veces por semana para transmitir las energías de la Jerarquía por períodos de cuatro, o hasta siete u ocho horas seguidas. Sólo las personas más dedicadas y comprometidas, por supuesto, pueden mantener esa intensidad de ritmo, así que necesariamente el número es reducido. Además, mantuvimos durante varios años reuniones semanales (y hoy día mensuales) regulares para el público en Friends Meeting House, Euston Road, Londres, en las cuales el público es invitado a compartir la transmisión de energías que son enviadas en ese momento.

En junio de 1974 Maitreya inició una serie de mensajes y adumbramientos (1), inspirándonos y manteniéndonos informados del progreso de Su exteriorización. Fue para nosotros también un privilegio el poder tomar conciencia de la creación gradual y perfeccionamiento de Su cuerpo de manifestación – el Mayavirupa. En el período de marzo de 1976 a septiembre de 1977, estas comunicaciones de Maitreya se volvieron muy frecuentes.

Durante el primer año de vida del grupo, manteníamos una reunión abierta, cada luna llena, en la que los amigos interesados de los miembros del grupo podían unirse a la transmisión. En estas reuniones yo daba una charla corta, normalmente sobre la reaparición del Cristo y de la Jerarquía de Maestros, o en alguna ocasión, sobre el significado, desde un punto de vista esotérico astrológico, de las energías particulares del plenilunio. Hacia finales de 1974, el Maestro dijo varias veces, «Sabes, debes dar a conocer todo esto al público. Sirve de poco dar esta información a la veintena de personas que están aquí.» Entonces comenzó la pantomima: Yo ponía objeciones, rogaba no tener que dirigirme al público. El me aseguraba que solamente bromeaba. «Tengo otros planes para ti,» decía, y yo me relajaba. Pero en enero de 1975, El dijo finalmente, «Lo digo en serio. Da esta información (El había dictado bastante información sobre cómo se desarrollaría el Plan) a los grupos, sean cuales fueren sus enseñanzas u orígenes. Diles lo que sabes. La esperanza es que de las mentes más enfocadas de los grupos surja una interacción telepática con el público en general, de modo que cuando te acerques a ese público, estará de alguna manera preparado.»

No me gustó. No me gustó nada. Me gustaba lo que estaba haciendo. Me gustaba trabajar callada, esotéricamente, sabiendo que hacía algo útil, pero ni demasiado esforzado ni demasiado exigente psicológicamente para mí. No hice nada acerca de los demás grupos, hasta que varios empujones fuertes del Maestro finalmente me pusieron en acción. En marzo o abril escribí, con optimismo, a cuarenta grupos o más que trabajaban en la línea espiritual, ofreciendo mis servicios para dar una conferencia sobre «La Reaparición del Cristo y los Maestros de la Sabiduría.» La respuesta, no era de sorprender, puesto que yo era un desconocido, no fue del todo abrumadora. Creo que tuve seis o siete respuestas. Tres de estos grupos se interesaban en saber algo más – todos eran grupos nuevos dirigidos por gente joven – Centre House, Gentle Ghost y el Franklin School, y di una charla en cada sitio, el primero en Centre House el 30 de mayo de 1975.

Estaba muy nervioso. Aunque conocía bien mi material, no lo tenía claramente ordenado. El Maestro, en Su Bondad, me dictó una lista de puntos a los que podía echar un vistazo y, de hecho, El me adumbró hasta tal punto durante la charla, que fue El prácticamente Quien la dio. Justo antes de concluir, de repente el mismo Maitreya me adumbró, mi corazón se derritió y tuve la mayor dificultad en controlar mi voz. Las siguientes palabras fueron puestas en mi mente:

«Cuando el Cristo regrese, no revelará al principio Su Presencia, ni lo harán tampoco los Maestros que Le preceden; mas gradualmente, se tomarán medidas que revelará a la humanidad que vive entre ellos un hombre de destacado y extraordinario poder y capacidad para amar y servir, y con una amplitud de visión muy por encima de lo común. Hombres y mujeres, en todo el mundo, se hallarán atraídos a la conciencia despierta del punto en el mundo moderno donde vivirá este hombre; y de ese centro de fuerza fluirá el Verdadero Espíritu del Cristo, que revelará gradualmente a los hombres que El está con nosotros. Aquellos que pueden responder a Su Presencia y a Su Enseñanza se hallarán reflejando algo de este amor, esta potencia, esta amplitud de visión, y entrarán en el mundo y difundirán el hecho de que Cristo está en el mundo, y que los hombres deberán mirar hacia ese país del cual proviene cierta Enseñanza. Esto tendrá lugar en un período de tiempo relativamente corto y conducirá a la prueba conclusiva de que Cristo está entre nosotros.»

«De ese momento en adelante, los cambios que ocurrirán en el mundo proseguirán con una rapidez sin precedente en toda la historia de nuestro planeta. Los próximos veinticinco años mostrarán tales cambios, cambios tan radicales, tan fundamentales, que el mundo se hallará enteramente cambiado para bien.»

A nadie le sorprendió más que a mí esta declaración. No fue hasta que la volví a escuchar en la cinta donde se había grabado que pude asegurarme de que tenía sentido.

El 7 de julio de 1977 Maitreya, El mismo, nos informó que Su cuerpo de manifestación – el Mayavirupa – estaba ya terminado y con el cual El se había «revestido», y que Su Cuerpo de Luz (Su Cuerpo Ascendido) reposaba ya en Su Centro en el Himalaya. El 8 de julio se nos avisó que el Descenso había comenzado. El martes, 19 de julio, mi Maestro me dijo que Maitreya había llegado ya a Su «punto de enfoque», un país moderno bien conocido. Tenía una conferencia esa noche en Friends House, pero se me pidió que guardara silencio al respecto, de momento. Durante nuestra sesión de transmisión del viernes, el Maestro me dijo que Maitreya había estado reposando, aclimatándose, durante tres días y que ese día, el 22 de julio, Su Misión se había iniciado. Podía compartir esta información con el grupo.

Alrededor de la medianoche, la meditación de transmisión se terminó y nos reunimos como de costumbre para tomar el té antes de retirarnos. Mi mujer puso la televisión; daban una película sobre algún drama familiar con Bette Davis desempeñando el papel principal. Algunos del grupo la miraban, pero comprensiblemente mis pensamientos estaban en otro lugar. Hice algunos comentarios sarcásticos sobre la película y sus actores (normalmente admiro mucho como actriz a Bette Davis). Cuando ya no pude aguantar más, dije que tenía noticias mucho más importantes que contarles – que el Cristo estaba ya en el mundo en completa Presencia física y que iniciaba Su Misión.

He anunciado esto muchas, muchas veces desde entonces, ante muchos públicos, pero nunca más con la sensación de haber compartido, aunque de manera modesta, un gran acontecimiento planetario. Las lágrimas de alegría en los ojos de aquéllos alrededor de la mesa mostraban que ellos también compartían esta sensación.

A principios de septiembre de 1977, se me preguntó si deseaba recibir los mensajes de Maitreya públicamente. El 6 de septiembre de 1977, fue dado el primer mensaje público en Friends House, Euston Road, «experimentalmente», para averiguar, supongo, cómo podía soportar una demostración de este tipo de telepatía y de adumbramiento en público – algo muy distinto de la privacidad del grupo propio. Estos mensajes continuaron hasta fines de mayo de 1982. Fueron ciento cuarenta mensajes en total. Estos mensajes fueron dados por mí al público; no a través de ningún proceso mediumnístico ni de trance, y la voz es mía, muy obviamente fortalecida en su poder y alterado el tono de voz por la energía adumbrante de Maitreya. Fueron transmitidos simultáneamente en todos los planos astrales y mentales, mientras yo suministraba la vibración etérico-física para que esto pudiese suceder. Desde estos niveles sutiles, los mensajes impresionan las mentes y los corazones de incontables personas, quienes toman conciencia gradualmente de los pensamientos y de la Presencia del Cristo. El libera de esta manera fragmentos de Su Enseñanza, para preparar el clima de esperanza y la expectativa que asegurarán que El sea aceptado y seguido, con prontitud y alegría.

Que el Cristo transmita mensajes a través mío es una afirmación enorme y embarazosa de hacer. Mas si la gente puede liberar su mente de la idea del Cristo como una especie de espíritu, sentado en el «cielo» a la derecha de Dios; si pueden empezar a verlo como El es en verdad, como un hombre real y viviente (si bien un hombre Divino) que nunca se ha marchado del mundo; que descendió, no del «cielo», sino de Su antiguo retiro en el Himalaya, para completar la tarea que El comenzó en Palestina; como un gran Maestro; como Adepto y Yogi; como actor principal del Evangelio, que es esencialmente cierto pero más sencillo que como hasta ahora ha sido presentado; si la gente puede aceptar esa posibilidad, entonces afirmar el recibir comunicaciones telepáticas de un Ser mucho más cercano y conocible es, quizás, más aceptable. En todo caso, lo dejo a un estudio de la calidad de los Mensajes mismos para convencer o no. Para muchos, las energías que fluyen, cuando El adumbramiento, convencen. Muchos que acuden a estas reuniones son clarividentes en varios grados y sus visiones del adumbramiento mientras acontece, es para ellos la evidencia más convincente de todas.

Quizás lo dicho ayudará a explicar por qué hablo de los Maestros y del Cristo y de Su Reaparición con convicción. Para mí, Su existencia es un hecho, conocido a través de mi experiencia y contacto directos. Es con la esperanza de despertar a otros a la realidad de ese hecho, y del otro importantísimo hecho del retorno de Ellos ahora al mundo cotidiano para guiarnos a la Era de Acuario, que se ha escrito este libro.

BENJAMIN CREME
Londres

(1) El adumbramiento (en inglés overshadowing) es el proceso por el cual un Ser más evolucionado puede manifestar parte (o toda) su conciencia a través de un Ser menos evolucionado. Puede ser parcial y temporal o más o menos total y duradero. Cuando es utilizado por la Jerarquía Espiritual de éste y otros planetas, siempre se realiza con la cooperación y aceptación conscientes del discípulo. Su libre albedrío nunca se infringe. El adumbramiento es una parte de la Ciencia de la Impresión, una compleja ciencia en la que los Maestros son expertos. Tiene lugar en el plano Monádico o en el plano del alma en el caso de un discípulo. Es el método que utilizó el Cristo para trabajar a través de su discípulo Jesús – ahora el Maestro Jesús – en Palestina.