MAITREYA: LA PAZ MUNDIAL … SOLO MEDIANTE EL COMPARTIR

Entre 1977 y 1982, Maitreya comunicó telepáticamente fragmentos de Sus enseñanzas a Benjamin Creme en las conferencias públicas habituales de Creme en Londres. Un tema constante era la necesidad de poner fin al sufrimiento de millones de personas que pasan hambre o se mueren de hambre en nuestro mundo, que en realidad posee un exceso de alimentos. Este desequilibrio es una de las principales razones por las que Maitreya vuelve en este momento.

¿»Cómo», Maitreya pregunta, «podéis estar satisfechos con las formas en que vivís ahora: cuando millones pasan hambre y mueren en la miseria; cuando los ricos ostentan sus riquezas ante los pobres; cuando cada hombre es el enemigo de su vecino; cuando ningún hombre confía en su hermano? ¿Por cuánto tiempo debéis vivir así amigos míos? ¿Por cuánto tiempo podéis soportar esta degradación?»

Desde que este mensaje fue dado en 1979, nos hemos conmovido por el horror del hambre en Africa, y la creciente miseria en otras naciones. Gradualmente hemos llegado a reconocer que el hambre mundial es innecesaria — así como inmoral — ya que no se debe a una escasez de alimentos o de capacidad de producción de estos, sino a las injusticias sociales, políticas y económicas que producen la pobreza. Son los pobres los que pasan hambre, tanto en una nación desarrollada como en vías de desarrollo, y tanto las instituciones nacionales como internacionales mantienen e incrementan esa pobreza. De esta manera la diferencia entre los ricos y los pobres se hace cada vez mayor; esto representa ahora la única mayor amenaza a la paz mundial.

Entre las actitudes que mantienen a estas instituciones en su lugar está la complacencia. Maitreya llama a la complacencia la raíz de todo mal en el mundo. Conduce tanto a los individuos como a las instituciones «a enemistarse con las realidades de la vida», y nos impide encontrar soluciones efectivas a nuestros problemas. «La complacencia es en esencia autodestructiva, y sociedades enteras pueden ser destruidas por ella».

Maitreya deja claro que nosotros podemos, si así lo escogemos, cambiar nuestro proceder y poner fin al hambre y a la serie monumental de crisis creadas por el hombre que estamos afrontando ahora: «los problemas de la humanidad son reales pero tienen solución. La solución está a vuestro alcance. Tomad la necesidad de vuestro hermano como la medida de vuestra acción y solucionad los problemas del mundo. No hay otro camino.» Cuando nosotros empecemos a seguir este consejo y a instaurar el principio de compartir, los pueblos y las naciones empezarán a confiar entre ellos; cuando haya confianza habrá justicia; y cuando haya justicia para todos, tendremos una paz auténtica y duradera.

«Sin compartir no puede haber justicia; sin justicia no puede haber paz; sin paz no puede haber futuro.»